lunes, 12 de noviembre de 2018

¡Jálalo que es pargo! * Prohibir, no; regular, si Por Jacko Badillo

¡Jálalo que es pargo!

* Prohibir, no; regular, si

Por Jacko Badillo

La vida nocturna en Acapulco ha sido sin lugar a dudas una de las principales ofertas turísticas de este destino durante décadas; grandes luminarias de la farándula y el jet set internacional en la época dorada acostumbraban frecuentar a altas horas de la noche bares, discotecas y restaurantes que llegaron a ser incluso íconos de la llamada Perla del Pacífico.

El reventón -término acuñado para referirse a concluir una parranda iniciada en otro lugar- ha sido una conducta clásica incluso de muchos acapulqueños que solían frecuentar ciertos bares o discotecas en horas de la madrugada justamente para seguir la juerga o relajarse después de una jornada nocturna de trabajo.

Nuestros mayores hasta se ufanan de fiestas épicas en bares muy conocidos en aquella época en la zona de tolerancia, y más acá en el tiempo quién no recuerda sitios como el KO’S o la discoteca Prince que marcaron toda una época en eso de ofrecer servicio hasta el amanecer o “hasta que el cuerpo aguante”, rezaba la publicidad. Eran desde luego otros tiempos y otras circunstancias.

Desfortunadamente se debe reconocer que en la actualidad se ha abusado de esa tolerancia y lo que antaño era sólo diversión para los adultos y gente que tenía los recursos para derrochar, hoy se ha convertido en un verdadero peligro para un número cada vez más elevado de jóvenes caídos en las garras del alcoholismo y la drogadicción, y que acuden a esos lugares a algo más que pasar un buen rato.

Sin embargo, pensar en que se puede terminar de tajo la vida nocturna en Acapulco es como condenarse al suicidio turístico y en consecuencia económico. Un buen plan de gobierno en estricto cumplimiento de las leyes y reglamentos tendría que considerar toda una estrategia para meter al control toda esta actividad sin lastimar la economía de los empresarios que de una u otra manera están generando empleos.

Una estricta vigilancia con operativos de revisión y desarme, control sanitario efectivo del personal de ese tipo de negocios, seguridad vial nocturna, entre muchas otras acciones, permitirían en primera instancia disminuir la incidencia delictiva que se genera con el consumo de alcohol, sin menoscabo del reforzamiento de las campañas de prevención recalcando a los jóvenes el grave daño que causan a su salud con el excesivo consumo de alcohol y drogas.

Reza la sabiduría popular que lo prohibido atrae. Entonces no es la prohibición el camino, sino el control y la regulación efectiva, que solo podrá lograrse combatiendo la corrupción, vigilando por ejemplo a jefes o inspectores de las diferentes dependencias que a cambio de dádivas están acostumbrados a hacerse de la vista gorda.

Mientras tanto… ¡Jálalo que es pargo!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario