jueves, 18 de mayo de 2017

Suelo Rojo • UPOEG-FUSDEG: Tan malo el pinto como el colorado Por: Francisco Javier Flores V.

Suelo Rojo

UPOEG-FUSDEG: Tan malo el pinto como el colorado

Por: Francisco Javier Flores V.

El asesinato de un taxista a manos de los mal llamados policías comunitarios ocurrido hace unos días en Tierra Colorada, junto con las otras muertes –un estudiante universitario y un agente de la Policía Investigadora Ministerial- perpetradas en El Ocotito, deberían ser tomadas como la gota que derramó el vaso en este pleito que se cargan dos grupos antagónicos de civiles armados.
Los gobiernos federal y estatal deberían proceder a su desarme inmediato y aplicarles la ley, dado que se trata de individuos que, comandados por personajes de dudosa reputación, han venido operando fuera de toda legalidad al amparo de una engañosa autodefensa que con el paso del tiempo se ha convertido en una forma de someter a los pueblos, con prácticas muy semejantes a las que utiliza la delincuencia organizada.
Más allá de las siglas –unos se hacen llamar UPOEG y otros FUSDEG-, que para el caso importa un bledo lo que signifiquen, ambos grupos se han apartado casi por completo de lo que en un principio parecía ser su intención y que la gente les creyó: brindar seguridad a la población, en el caso de Tierra Colorada, cuando se encontraba asolada por una fuerte incidencia delictiva.
Fue público y notorio que, además de unos cuantos delincuentes de baja estofa que montados en la sicosis que en ese entonces generaba la sola mención de “la maña”, hacían de las suyas como aprendices de extorsionadores, cobra cuotas y atracadores, la verdadera causa del clima de inseguridad radicaba en las mismas entrañas de la Policía Municipal. 
Extirpado el tumor que estaba enquistado en ese cuerpo policiaco, con la salida del director y varios elementos, y sometidos algunos de los delincuentes, otros ahuyentados y unos más exterminados, el pueblo de Juan R. Escudero debió darle las gracias a Bruno Plácido Valerio, patriarca de esa gente armada, haciéndole un homenaje incluso, y aprovechar la conclusión del periodo de desgobierno de la entonces alcaldesa Elizabeth Gutiérrez Paz, para a partir del siguiente gobierno municipal exigir una corporación policiaca renovada, la presencia permanente de las Fuerzas Estatales y patrullajes constantes del Ejército, a fin de comenzar a construir una nueva realidad social de manera institucional.
El error fue haber permitido que Bruno y su gente se quedaran. A los “valientes comunitarios” que en un principio trajo el líder vaya usted a saber de dónde, se fueron agregando verdaderas fichitas, conocidos en sus colonias y comunidades no precisamente por ser unas buenas personas, algunos de ellos desertores del Ejército y de algunos cuerpos policiacos por su adicción a la mariguana y otras sustancias tóxicas, y que encontraron en el empleo de “comunitarios” una forma de hacerse de dinero a costa del pueblo, surtirse de droga y sentirse “la ley” con un arma en las manos.
La seguridad del pueblo pasó a convertirse en protección pagada y bien pronto entre los cabecillas, también de no muy buen lustre, germinó la avaricia por las utilidades que el “negocio” estaba dejando, producto de la exigencia de cuotas a comerciantes, transportistas y ciudadanos en general, además de abrogarse la facultad de cobrar pisaje al comercio informal, aunque la tajada mayor provenía del mismo Ayuntamiento con 70 mil pesos que les daba la ex alcaldesa mensualmente con tal de que no se metieran con “su” Ayuntamiento.
La historia de la división de la UPOEG producto de la ambición es de todos conocida, como también son conocidos los excesos con que se conduce la famosa comunitaria ahora cobijada bajo las siglas de FUSDEG, integradas ambas por personas ignorantes, incultas, sin ninguna pericia en el manejo de armas y, lo que es peor, ensoberbecidos de saberse “la ley”, pastoreados por líderes sin escrúpulos y con la complacencia de las autoridades, sobre todo del actual gobierno municipal, el más pusilánime en la historia de Juan R. Escudero.
La firmeza con que los gobiernos estatal y federal han estado actuando en la Tierra Caliente y Zihuatanejo en los últimos días, debería también enfilarse de una vez por todas hacia Tierra Colorada, procediendo al desarme de esta gente a la que no ampara ninguna ley (la 701 es solamente para comunidades indígenas), y de paso asumir el control de la Policía Municipal que en este municipio sirve para maldita la cosa.
Y no se trata de un asunto de mal agradecimiento, ni de dejar de reconocer que en su momento sí sirvieron para traer un poco de tranquilidad a la cabecera municipal. El detalle es que ellos mismos se encargaron de quitarse la aureola de héroes y enfundarse el traje de villanos. Juan R. Escudero tiene actualmente más de 25 mil habitantes. No pueden estar decidiendo por ellos un grupito de menos de cien personas.
La legalidad y la institucionalidad deben regresar a este municipio y esa enjundia que se muestra para defender la permanencia de comunitarios, debería enfocarse a exigir al gobierno municipal un nuevo cuerpo policiaco con la tutela del estado y la federación, cambiando por completo a los elementos actuales mediante una convocatoria y auscultación públicas y un ejercicio transparente de los recursos presupuestados para ese rubro.
Ni UPOEG ni FUSDEG tienen ya cabida. Adiós. Gracias. Se acabó.

Comentarios: fjflores722@gmail.com


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