Nada Personal
* Recuerdos de un gran luchador social
Por Kenia Guzmán Pérez
Kenia Guzmán Pérez. Periodista. |
"Amanecer vivo en Guerrero es un triunfo que hay que agradecer", solía decir en su discurso el luchador social de izquierda Ranferi Hernández Acevedo, asesinado y calcinado el pasado 14 de octubre.
Conocí a Ranferi en julio de 1993 cuando iniciaba su gestión como diputado local por el PRD. Era un hombre muy singular en ese entonces. Llamaba la atención de la gente porque usaba ropa de manta, sombrero de ala ancha, tipo calentano, y paliacate al cuello. De grandes cejas y de bigote poblado y largo, semejaba al prócer Emiliano Zapata.
Más que político perredista, parecía un campesino guerrerense. De origen humilde, tosco y de aspecto muy macho; contrastaba al hablar porque su voz era suave, su mirada penetrante y muy educado al escuchar a la gente.
Aunque él mismo decía no haber tenido formación profesional, tenía sensibilidad para tratar con todo tipo de personas. Eso le ayudó para ascender rápidamente a la dirigencia estatal de su partido. Siempre fue sencillo con todos, pero reacio con los que lo intentaban avergonzar.
Cuando lo entrevistábamos, esta servidora apenas era egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAGro; siempre estaba atento a todos. Jamás escondía información, respondía con mucha honestidad, por lo que se echó al bolsillo a los medios de comunicación y solamente los periodistas oficiosos sentían aversion contra el dirigente social.
Todo ello le valió la credibilidad y enarbolación de la lucha por la justicia de los 17 campesinos masacrados en el vado de Aguas Blancas. Luego de la matanza del 28 de Junio de 1995, Ranferi Hernández Acevedo, quien ya tenía relación con la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), aceptó la petición de los Mesino y de Benigno Guzmán, de apoyar la lucha y como diputado de oposición tenía mucho peso en ese entonces.
A las pocas semanas de ocurrida la masacre se convirtió en "la piedra en el zapato" del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Estaba realmente empeñado en que se castigara a los culpables de la muerte de los 17 campesinos y no le importaba gastar todo su salario y recursos que percibía como legislador para apoyar a la OCSS. Apoyaba las actividades de esas personas con viáticos para pasajes, comidas, rentaba un local, pagaba una línea telefónica, etc. Lo que ningún diputado o senador hacía mucho menos los dirigentes de su partido.
Vinieron periodistas de todo el país, de los Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia a entrevistarlo. Él siempre muy atento con ellos. Esta servidora ganó la confianza del líder social como corresponsal de Grupo Radio Red, junto con la excelente periodista de El Sur y La Jornada, Maribel Gutiérrez, quien recibió un reconocimiento en Nueva York por su amplia cobertura al caso Aguas Blancas.
Ambas fuímos de su confianza por todo el tiempo que duró este caso y que derivó en la caída de Rubén Figueroa Alcocer. A las pocas semanas de presión política y amenazas, Ranferi Hernández se exilió junto con su familia en Francia donde permaneció varios años.
Recuerdo el día que supuestamente se iba a llevar a cabo la exhumación de los cuerpos en Coyuca de Benítez, en donde Hernández Acevedo, casi sufre un ataque de nervios, por la discusión con el Procurador de Justicia y autoridades judiciales y funcionarios que se encontraban presentes. La gresca se había salido de control y ambos funcionarios estuvieron al borde de perder los estribos, que se necesitó la intervención de varios para calmar los ánimos, entre ellos el difunto corresponsal de Televisa, Amado Ramírez. Ranferi enfermó unos días del coraje que hizo. Después se repuso y siguió con el caso.
A su regreso, Ranferi Hernández retomó la lucha social en Guerrero, sin buscar ningún cargo o puesto de elección. Se apegó a su partido y fundó el Movimiento Social de Izquierda (MSI). Siempre se vio solidario con todos los movimientos sociales en el estado como los de la CETEG, los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, con los asesinatos de otros luchadores sociales como Arturo Hernández Carmona y Rocío Mesino.
Ranferi Hernández Acevedo lejos de ser un político fue un gran luchador social de Guerrero. Buscó la presidencia municipal de su natal Ahuacoutzingo en las pasadas elecciones, las cuales no ganó desafortunadamente. Aunque sino mal recuerdo ya había sido alcalde antes de ser diputado.
En las pláticas que llegué a sostener con él se decía un gran admirador de Vicente Guerrero y Zapata. Y muy preocupado por la violencia e inseguridad en Guerrero. Tomaba muchas precauciones al salir a carretera, porque ya había sufrido un accidente grave cuando era dirigente estatal del PRD, en un tramo de Tlapa a Chilapa.
Hace años dejé de verlo y platicar con él. Hasta ahora que supe de su muerte tan cruel e injusta, junto con su esposa de toda la vida Lucía.
Era un buen hombre que le gustaba ayudar a sus amigos, aunque sea con un consejo, se preocupaba por uno, más si tenía problemas buscaba la forma de ayudarte. Decía que debíamos agradecer diario por la vida porque amanecer vivos en Guerrero era un triunfo que había que fstejar. Pero este domingo 15 de octubre mi amigo ya no pudo agradecer ni festejar, la muerte lo sorprendió en el camino a su casa y ya no llegó con sus hijos.
Lo siento mucho Ranferi porque no te pude ir a despedir. Yo se que tienes un lugar cerca de quien tu creíste siempre y fuíste un buen cristiano. Mi solidaridad con tus hijos y toda tu familia. Siempre te llevaremos en la memoria los guerrerenses que te admiramos.
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