jueves, 11 de enero de 2018

Nada Personal * ¿Víctimas o victimarias? Por Kenia Guzmán Pérez

Nada Personal

* ¿Víctimas o victimarias?

Por Kenia Guzmán Pérez

Alguien me preguntó hace unos días ¿Hasta dónde es responsable la mujer víctima de violencia? ¿Qué tanta responsabilidad tienen aquellas que se vieron involucradas en el crimen organizado?

Son preguntas muy inquietantes que al juzgar a priori, lo hacen con frecuencia de manera negativa los de pensamiento machista  (incluyendo a mujeres también) y aquellos que juzgan rápido por las apariencias. Es fácil hacer un juicio rápido cuando vemos una mujer o jovencita acribillada, o aquellas de la “vida galante” o llamadas sexoservidoras, asesinadas brutalmente en las calles, en lugares de mala nota, bares u hoteles por  su forma de vida o de vestir.

De inmediato pensamos, y me incluyo, “en qué andaría esa mujer”, “estaba involucrada”, “andaba en malos pasos”, “trabajaba con la gente mala”. Algunos que las conocieron de cerca hasta llegan a comentar “se lo buscó, andaba metida en la maña”,  “se lo merecía”, pensarán otros de haberle conocido los crímenes que llegó a cometer. Mucha gente hasta se atreve a decir sus nombres, en los comentarios de páginas de la nota roja, hija de fulanito de tal, lugares de residencia y a qué se dedicaba. Otros hasta la perdonan y piden por su alma a Dios. 

Los juicios de la gente son rápidos y fáciles. Es tan fácil enjuiciar y perdonar tan rápido, sin pensar en el fondo de la problemática que vivimos, y donde no sólo ella es victimaria, sino también víctima. 

Actualmente, en la situación económica, social y política que vivimos en Guerrero y en todo el país, con la problemática de la narcoviolencia e inseguridad generalizada que esta contrae, la principal víctima es la mujer.

Mujeres adultas, jóvenes y hasta niñas son el caldo de cultivo de la narcoviolencia. La mujer es utilizada en el ámbito del narco de muchas formas. La primera de ellas es como un trofeo: aquellas que son hermosas y esculturales,  son utilizadas para favores sexuales y compañía momentánea, a cambio de dinero, lujos, ropa, joyas, que les ofrecen sus “conquistadores” y que debido a la pobreza y necesidades de muchas de ellas, caen fácilmente en el poder y el deslumbramiento de esa vida que se ve fácil, pero resulta muy riesgosa. Y que finalmente llegan muchas de ellas a la complicidad, involucramiento y participación en los crímenes que ahí se cometen. 

Es fácil ver como chicas bonitas que alguna vez alguien de nosotros tuvo la oportunidad de conocer, cayó con un delincuente de alta o poca categoría y ahorita ya está tres metros bajo tierra, junto con su amado. Ahora, se han dado casos de mujeres jóvenes que se han rehusado a ser las amantes de poderosos narcotraficantes que por ello también han sido acribilladas, por el simple hecho de ser rechazados.

El caso reciente de Norma “N”, una joven señora de Tamaulipas que fue detenida por militares y encarcelada en una prisión de alta seguridad de Nuevo Laredo, acusada de ser halcón del Cártel del Golfo, y que fue cruelmente torturada por gente de Los Zetas, ha vivido un calvario tras haberse involucrado sentimentalmente con un hombre que trabajaba para el Cártel del Golfo. 

Era una mujer sola con 4 hijos pequeños que mantener y en Juan Manuel vio una nueva oportunidad para el amor. Pero desconocía a qué se dedicaba este hombre. Estuvo detenida hasta que por fin quedó en libertad, pero hoy sigue presa de todos esos recuerdos de torturas por gente desalmada y sin escrúpulos.

Ahora la mayoría de estas mujeres, sobre todo las adolescentes y jovencitas permanecen en ese ambiente porque han sido amenazadas, secuestradas o están sufriendo la trata de blancas de estos grupos criminales que tienen varios brazos y que se mueven en toda  la estructura criminal del país. 
Muchas chicas que vemos trabajando ahí son las que el crimen organizado rapta en otros estados del país y las tienen sometidas, e incluso en esclavitud sexual en lugares privados, bares y prostíbulos de mala muerte.

Pero si bien es cierto, hay mujeres que se involucran en actividades del narcotráfico por no encontrar un trabajo decente y donde ganen lo suficiente para mantener a sus hijos o ayudar a sus familias. Salir de la miseria en que viven. El dinero fácil es atrayente para todo el mundo, no sólo para las mujeres. 

Y por último, existe el sector de mujeres que son el producto del ambiente donde se desarrollan y traen cierta maldad, que al igual que los hombres tienen cierta tendencia al mal, no por ser mujeres tienen que ser buenas personas, según la sociedad.

He aquí yo les dejo mi reflexión y las conclusiones las tienen ustedes amigos.

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