miércoles, 28 de febrero de 2018

Epístolas Surianas de Julio Ayala Carlos * Iguala, buenas, malas, y cosas peores

Epístolas Surianas

(Carta a Don Héctor)

De Julio Ayala Carlos

Julio Ayala Carlos. Periodista.
VAYA QUE TIENEN RAZÓN LOS IGUALTECOS. Así, sin más, la Comisión Técnica del Transporte del Estado incrementó la tarifa del transporte público urbano de 7 a 8 pesos. Y es que, si de por sí ya era cara la tarifa (en Chilpancingo es de 6), ahora subiéndola a 8 es peor, y claro, en agravio del bolsillo del grueso de la población de Iguala.

Quién sabe qué tienen los directivos de la Comisión Técnica del Transporte Público del Estado para autorizar el incremento a la tarifa, aunque lo más seguro es que tengan en la cabeza lo mismo que los camarones, pues sólo así puede entenderse la medida, y claro, los arreglos que tienen con los transportistas igualtecos.

Porque, aunque no lo parezca, un peso es un peso, tomando en cuenta la situación económica existente, el salario mínimo, y la falta de empleo. Tienen pues razón los igualtecos en inconformarse con las autoridades por este abuso, aunque tienen enfrente las elecciones, en donde sin duda habrán de manifestar su inconformidad.

Y HABLANDO DE IGUALA, HASTA AHORA la Feria de la Bandera ha resultado todo un éxito, y lo que es mejor, con “saldo blanco”, es decir, sin nada qué lamentar, lo cual resulta muy importante, si se toman en cuenta los tiempos de violencia e inseguridad existente.

La Feria de la Bandera, de Iguala, es una de las mayores festividades de la región Norte del estado, a la que concurren habitantes de esa parte de la entidad,  y de otros municipios circunvecinos, incluso de otros estados, dado la calidad de su cartelera artística y cultural, pero también gastronómica y artesanal, entre otros cosas, y sin embargo, hasta ahora todo marcha tranquilo.

Es obvio que las acciones de seguridad en las instalaciones de la Feria de la Bandera, también conocida como Feria de Iguala, ha jugado un papel muy importante. Ojalá y siga así, con saldo blanco, para bien los igualtecos, y de todo el estado, que requiere de espacios de paz, seguridad y tranquilidad.

EN OTRO ASUNTO, QUIEN CONTINÚA trabajando, comprometido con sus electores, principalmente, y lejos de los reflectores, es el diputado local Víctor Manuel Martínez Toledo.  En efecto, además de cumplir con su responsabilidad legislativa y de fiscalización, que son sus principales responsabilidades, también le cumple a los chilpancinguenses en materia de gestión y de entrega de apoyos diversos.

Martínez Toledo, a diferencia de otros diputados locales, es constante en la gestión de recursos y en la entrega de apoyos a sus representados. “Más que andarlo publicitando, lo que interesa es que los beneficios lleguen a la gente, y en especial, en favor de quienes más lo necesitan”, dice.

En fin que Víctor Martínez Toledo está en los barrios, colonias y comunidades de Chilpancingo cuando no está en el Congreso. Y lo hace de manera discreta, como debe ser. No como otros, que con tal de obtener candidaturas andan como locos, o locas, haciendo eventos para promocionarse, y lo que es peor, inventando cifras de asistentes.

CAMBIANDO DE TEMA, VAYA QUE LOS guaruras del alcalde de Mochitlán, Geovanny Jiménez Mendoza, son un peligro para los guerrerenses. Y se entiende, claro, que así son porque así es el presidente de ese municipio. Es decir, si los guaruras son déspotas, arbitrarios y abusivos, es porque así ven que es el edil en cuestión.

Les cuento. Tres escoltas de Geovanny Jiménez Mendoza fueron detenidos por la Policía del Estado en Chilpancingo, frente al palacio municipal de gobierno. La razón: por golpear y desarmar a un elemento de la Policía de Tránsito Estatal, porque éste les pidió que movieran su vehículo que estaba estacionado en doble fila, lo cual molestó a los sujetos, que primero lo agredieron de manera verbal.

Y eso que no estaban en su pueblo, es decir, en Mochitlán, sino en Chilpancingo, en donde no son autoridad, y si así se comportan aquí, ya se puede uno imaginar cómo se comportan estos sujetos cuando se encuentran en aquel municipio. ¡Pobre gente de Mochitlán!

Se entiende que el comportamiento de los guaruras es porque, o así es el alcalde Mochitlán con la gente que gobierna, o así se los permite. Si es una cosa o la otra, es lamentable, pues nos pone en evidencia el tipo de autoridades que se tiene, y más los habitantes de Mochitlán que en mala hora votaron por este alcalde.

Claro. El caso de los guaruras del alcalde Geovanny Jiménez Mendoza no es único. Prácticamente así ocurre en todo el estado. Por fortuna, los agresores, fueron detenidos y, según parece, remitidos ante la autoridad ministerial correspondiente.

Comentarios: julio651220@hotmail.com
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