sábado, 2 de abril de 2016

No hay poeta ni escritor sin técnica literaria, advierte Julio Zenón Flores

No hay poeta ni escritor sin técnica
literaria, advierte Julio Zenón Flores

·        Una charla con el autor de la novela “La Chica Raleigh”, del libro “Hombres de Madrugada”, de los poemas El Chinchorro, Sirena, Sirena, este último primer lugar de un concurso internacional; ganador del Premio Estatal de Literatura Ignacio Manuel Altamirano…

Francisco Javier Flores V.

Julio Zenón Flores S.
Para poder considerarse escritor o poeta no basta con tener inspiración; es necesario aprender la técnica literaria, tallerear, prepararse, estudiar.
“Si no tienes técnica, por más emotivas que sean tus expresiones verbales o escritas no son poesía. Tienes que arriesgarte a que, una y otra vez, te rompan tus escritos y los echen al cesto porque son basura, antes de que, finalmente, los grandes maestros te digan que ya estás al punto”, expresa el acapulqueño Julio Zenón Flores Salgado.
Poeta, novelista, ganador de varios premios en ambos géneros, señala que en el medio “anda mucha gente por ahí diciéndose poetas, escritores, y tienen muchas fallas, no sólo ortográficas o de sintaxis”.
Y es que desde su perspectiva, “cualquiera puede escribir, pero no cualquiera se puede decir poeta; para que te digas poeta no sólo tienes que inspirarte, tener algo que decir, además tienes que ser original, no puedes decir lo mismo que ya dijeron otros, ni decirlo con las mismas palabras que lo diría un periodista; o sea, tienes que usar un lenguaje distinto, que apunte más al sentimiento que a la razón, que al entendimiento, y tienes que saberlo decir, esa es la técnica literaria”.

Orígenes; cadencia y ritmo

En una charla con para el blog de noticias REBELDE, el autor de la novela contemporánea  “La Chica Raleigh” machaca en el sentido de que “no es lo mismo que te guste escribir a que realmente lo sepas hacer”, y narra parte de su experiencia personal en sus inicios como –según él- poeta, en donde luego de ingresar a un taller literario a principios de la década de los ochentas, en León, Guanajuato, se dio cuenta que “lo que escribía podían ser cosas sentimentales, pero no eran poemas, por una razón muy sencilla: no conocía la técnica”, aún y cuando ya en la preparatoria había ganado un concurso de novela y había pasado con diez, por ejemplo, la materia de Apreciación Artística, “pero era rústico, no sabía escribir”, admite.
Fundamental en su formación fue haber ingresado a ese taller en el Instituto Nacional de Bellas Artes Región Bajío, en un edificio que recuerda como “bonito, histórico, colonial”, bajo la coordinación de un filólogo de nombre León Fernando, maestro de literatura universal, apoyado por “dos o tres personajes más, poetas reconocido a nivel nacional”.
León Fernando, rememora Julio Zenón, “era un maestro riguroso con los que tallereábamos con él; yo llegaba con mis escritos, poéticos según yo, que le gustaban y con los que incluso enamoraba a las muchachas de la época, y él me los rompía, decía que eran basura. Y ni modo, a volver a empezar”.
Hasta que un día, llegó Luis Fernando y le dijo: “Ya estás al punto”.
Según esas enseñanzas, aprendió que la poesía tiene que tener cadencia y ritmo, y que no es lo mismo lo que uno lee que lo que está escrito.
“Y –fíjate- no es que uno no sepa leer, es que cuando tu escribes tienes que pensar en el lector, en cómo lo va a leer alguien aunque tú no estés; no es lo mismo que yo lea mi cuento o poema a un público, a alguien, porque yo lo voy a leer como yo lo pensé y a la mejor ni siquiera lo pude plasmar al escribirlo como yo lo pensé, porque le pudo faltar una coma o un punto. Entonces yo lo tengo que escribir, y eso lo aprendí de León Fernando, como lo pensé, usando la puntuación exacta, porque acuérdate que un punto o una coma cambian el sentido, entonces si yo lo pensé de una manera pero no puse la puntuación adecuada, cuando lo lea cualquier otra persona lo va a leer o lo va a interpretar distinto, entonces no le va a llegar mi mensaje”, ilustra.
Y es que la cadencia y ritmo es importante no sólo en la poesía, advierte, sino en cualquier texto escrito, “sea cuento, novela, aún una nota periodística debe tenerlo; la gente que lo lee tiene que llevar la pausa, la respiración adecuada, tú le das la pauta cuando lo escribes”.
Julio Zenón, valga recordar, es periodista de oficio y profesión.

Premios, reconocimientos

Asegura que comenzó a escribir desde la secundaria, en Acapulco, en donde ya en la preparatoria ganó un premio de novela corta. Fue en la Prepa 17, en donde tuvo como maestro de literatura al hoy ex gobernador Rogelio Ortega Martínez. La obra, “Encuentro cercano”, narra la historia de un chico que, en la playa, se encuentra con algo inesperado.
Desde esa época, dice, ya leía a los clásicos: Luis de Góngora y Argote, Juan Ramón Jiménez, Rubén Mora. De adolescente recuerda ser asiduo de Pablo Neruda, Mario Benedetti y ya más grande fue seguidor de Omar Kayam, poeta turco de la corriente existencialista en la que de alguna forma se enroló porque se identificaba con ella.
Ganó también un concurso literario organizado por el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), cuyo premio consistía en una cena para dos personas en un restaurante de lujo, en Aguascalientes.
En el INBA Bajío se integró a un grupo folcklórico formado por maestros democráticos, en donde a la par de tocar el bongo era el encargado de ponerle el toque poético.
Letras Leonesas fue una página cultural en el periódico El Sol del Bajío que fundó con otros dos jóvenes, curiosamente todos de Guerrero, que a la vez tenían un taller literario en Silao, Guanajuato, y eran seguidores del Gran Cocodrilo Efraín Huerta, cuyo arte poético también lo inspiró por la similitud que tenía con la obra de Omar Kayam.
A su regreso a Guerrero, se acerca a grupo cultural Carrizo, de la Escuela Superior de Ciencias Sociales de la UAGro,  y a otro llamado El Muro de los Lamentos, en donde comparte con Manuel Maciel, Pedro Escorcia, Citlali Guerrero, Citlali Delgado y Roberto Abarca, entre otros. Con ellos participa en el Encuentro de Escritores Jóvenes de Guerrero, que se celebraba anualmente y ahí se mantuvo unos diez años, hasta que la necesidad de supervivencia lo sumerge en el periodismo.
Curioso es el premio que gana, según cuenta, por el año 2002, evento organizado por el Centro Poético Español en Barcelona, España. Cuenta: “Recién me había separado de una pareja, andaba medio alcoholizado, llego a mi casa, prendo la computadora y veo la convocatoria que vencía ese mismo día, y era un solo poema. Entonces me puse a escribirlo en ese momento, lo terminé y sin revisarlo lo mandé. Quiero decirte que en ese certamen participan miles de poetas de todo el mundo y yo lo gané, me mandaron el aviso que podía ir a reclamar mi premio, creo que mil 500 euros y yo, pobre como era, reportero del Novedades (periódico de Acapulco) ¿cómo iba a ir a Barcelona? Me olvidé del premio, saqué cuentas y vi que me salía como en 50 mil pesos el viaje a España. Yo en ese tiempo era un vago, no tenía pasaporte, ni siquiera lugar fijo donde vivir, bebía mucho y no sabía de alguna instancia que me pudiera apoyar. Hasta la fecha me sigue llegando material del Centro Poético Español, invitándome a seguir participando. El poema con el que gané se lama “Sirena, Sirena”, por cierto que no lo he editado, por ahí lo tengo entre mis papeles”.
En 2008, Julio Zenón Flores ganó el Premio Estatal de Literatura Ignacio Manuel Altamirano, que compartió con Citlali Guerrero en el género de poesía. La editorial Sagitario, dirigida por Francisco Javier Ramírez Sánchez, le editó un libro conmemorativo: “Hombres de Madrugada”, que tuvo muy buena aceptación del público. Fue su primer libro serio –dice medio en broma-, nada que ver con
“Cantos de Amor y Lucha”, que editó rústicamente con la ayuda de un mimeógrafo.
“Un poco antes de empezar la lluvia” es una especie de poemario publicado por la micro editorial El Bejuco, en coordinación con la UAGro. Uno de sus poemas, “El Chinchorro”, fue retomado por el Ayuntamiento de Chilpancingo para integrar el libro “Ríos Interiores”, y el gobierno de Acapulco le incluye algunos poemas en la publicación “Diez Poetas Acapulqueños”.
Es sin embargo la novela “La Chica Raleigh” la que a su juicio lo consagra como escritor. Se regocija: “Ha tenido una muy buena aceptación y en internet una venta inesperada, en Europa sobre todo, se llega a cotizar en 69 euros el ejemplar impreso, y en librerías de Londres, por ejemplo, tiene 5 estrellas en venta por internet, que es la máxima calificación y te la dan cuando los clientes califican el producto, en este caso a la novela, como buena. En España se vende también, incluso la ofrecen en archivo digital en 19 euros”.

Púlanse, sigan su sueño

Es Julio Zenón el poeta, el novelista, el periodista que hoy cubre otra etapa en su vida como director de Fomento Cultural del Ayuntamiento de Acapulco, el que recomienda a todos los que gustan de plasmar sus ideas por escrito a “que sigan su sueño, que no dejen de escribir, pero que se pulan, que se preparen, que aprendan la técnica literaria”, y quien no tiene empacho en señalar que en el medio “hay quienes se dicen maestros de literatura y ni siquiera leen (así como en el gremio tenemos muchos “maestros de periodismo” que no son periodistas, nunca han reporteado ni hecho una nota)”.
El que desde su trinchera actual asume el compromiso de “abrir espacios a la profesionalización de la gente que tiene deseos de incursionar en el mundo del arte, para que nuestros jóvenes y adultos que quieran escribir poemas, novelas, cuentos, etc., realmente con calidad literaria, lo hagan, si ya traen el feeling, la idea de hacerlo”.


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